LA HISTORIA
En las altas esferas del mundo político y empresarial, Elizabeth Sloane (Jessica Chastain) tiene una reputación formidable. Conocida por su astucia y sus éxitos sin parangón, siempre ha hecho lo que fuera necesario para ganar. Pero cuando se enfrenta al oponente más poderoso de su carrera, se da cuenta de que la victoria puede tener un precio demasiado alto.
LA PRODUCCIÓN
Sola contra el poder está dirigida por John Madden a partir de un guion de Jonathan Perera. La película está protagonizada por la nominada al Oscar, Jessica Chastain, Mark Strong y Gugu Mbatha-Raw, entre otros.
La tensa historia llena de giros sobre una persona poderosa e influyente de Washington obsesionada con la victoria, sorprendió al realizador John Madden con el retrato tan minucioso que ofrecía de una industria que permanece envuelta en el más absoluto misterio. “Aunque tenía una idea general sobre en qué consistía su trabajo, no sabía exactamente qué hacía un representante de lobby, e imagino que muchas otras personas se encontrarán en la misma situación”, explica Madden, alabado director de películas tan diferentes como Su majestad Mrs. Brown, La deuda y la ganadora del Óscar Shakespeare in love. “El guion era inteligente, inesperado y muy satisfactorio. Está ambientado en un mundo en el que todo es estrategia. El lenguaje natural de los personajes es la ironía y las indirectas, lo que da como resultado una película sumamente inteligente, así como muy divertida y sorprendente. El arma más importante que posee el guion es que nunca acaba exactamente donde crees que va a acabar”.
Los representantes de lobbies son profesionales de élite de la comunicación, que se ganan la vida influyendo en los encargados de tomar las decisiones en el mundo, entre ellos los legisladores más poderosos de Estados Unidos. Misteriosos, reservados e increíblemente poderosos, ni siquiera están claros los orígenes del propio término, aunque algunos consideran que lo acuñó el presidente Ulysses S. Grant para referirse a representantes de intereses especiales que esperaban para asediarlo en el vestíbulo del hotel Willard.
“La película desafía todo encasillamiento”, opina Madden. “Es a la vez un drama político, un thriller impredecible que depara sorpresas constantes, destapa también un mecanismo muy poco estudiado y menos aún entendido del proceso político y, sobre todo, es un estudio fascinante de un personaje extraordinario y obsesivo, definido tanto por su inteligencia y habilidad como por su género. Y lo más inesperado de todo es su retrato de la vida emocional de una heroína que se niega a aceptar siquiera la existencia de la misma”.
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