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domingo, 19 de marzo de 2017

Radical festival sin alfombra roja



Cine arriesgado. Cine con formas de producción atrevidas. Cine que se explora a sí mismo. Cine que busca otras formas de exhibición y distribución. Cine liberado del guion tradicional. Cine de contenido. Cine experimental. Cine autogestionado. Cine comunitario. Cine posible. Cine radical.

No hay alfombras rojas, cenas de gala o invitaciones... sí, hay cineclubismo, precios bajos y noches de parranda. El Festival de Cine Radical llega este 2017 a su cuarta versión, apostando por piezas que escapan a las películas convencionales y comerciales, y se concentran en nuevas formas de producción y exploración del séptimo arte. Se trata de un proyecto colectivo —cuyos directores actualmente son Sergio Zapata, Mauricio Ovando, Mary Carmen Molina y Miguel Hilari— y que se ejecuta con la complicidad y participación de los miembros de la Escuela Popular de Cine Libre.

Su riqueza radica en una clara mirada curatorial y también por la calidad de los filmes propuestos por los programadores, como el peruano John Campos (organizador del festival Transcinema, a cargo de las secciones Miradas Radicales del Mundo y Radicalismos Peruanos), Juan Fabbri (artista visual y antropólogo, que presentará cine experimental boliviano) y Diego Mondaca (cineasta, con una selección que retrata a los EEUU de hoy).

La novedad de esta versión, a realizarse del 6 al 16 de septiembre en La Paz, El Alto y Santa Cruz, será Visiones radicales —apoyada por el Goethe Institut, que además traerá a un invitado especial— un concurso para fomentar la producción de ensayos cinematográficos. “Buscamos proyectos arriesgados, propuestos por una persona o un equipo reducido de máximo tres personas. Se elegirán tres proyectos que se estrenarán en 2018, cada uno recibirá 1.000 dólares. Con los convenios que tenemos con otros festivales, podemos garantizar que al menos una de las películas tendrá circulación en festivales internacionales”, explica Sergio Zapata, uno de los directores del Festival.

La línea curatorial está bien definida: no habrá talleres para los seleccionados, sino máximo un encuentro con los organizadores en La Paz. Al ser cine ensayo, el proyecto es libre: no hay que enviar datos con un metraje determinado (no existe la limitante de términos como corto, medio o largometraje) o un guion, sino de plantear algo realmente propositivo. Todos los detalles del certamen se lanzarán oficialmente el 21 de marzo, Día del Cine Boliviano.

La otra convocatoria es para la sección Bolivia Radical lanzada el 15 de febrero y que recibirá obras hasta el 15 de julio. No es un ámbito competitivo y pueden participar películas y/o experimentación cinematográfica boliviana. La producción de estos trabajos debe ser de enero de 2014 hasta la fecha de cierre de la convocatoria. Solo hay que mandar el link con el video participante al correo festivalradicalcine@gmail.com para que los curadores evalúen la pieza. “El festival busca garantizar que las películas hagan su viaje. Es una excelente plataforma, por el contacto que tenemos en el exterior y la confianza en nuestra postura curatorial, las cintas suelen ir a otros festivales. Además se proyectan en una sala como merecen, por ejemplo, las piezas breves, como protagonistas de la muestra y no como un entremés antes de un largometraje”, explica Zapata.

¿Qué se busca con un cine ensayo? Por ejemplo, películas que prescinden del manejo actoral, de un guion cerrado, que replantean puestas en escena o proponen un trabajo de actuación a nivel creativo. “Están también los ensayos documentales en primera persona, la experimentación con la imagen o una reflexión del cine como cine, del cine como arte”.

De las proyecciones en el desaparecido espacio IMA y la Casa Espejo se ha crecido a siete sedes en 2016 y la llegada de invitados de talla internacional. Este año se busca llevar proyecciones a la calle, en busca de espacios no convencionales, para llegar más lejos con una propuesta Radical.

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