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jueves, 11 de octubre de 2012

En campaña electoral todo vale Locos por los votos


“En la guerra hay reglas, en las peleas de barro hay reglas. En política no hay reglas” : Ross Perot, candidato a la presidencia, 1988.

ARGUMENTO

Cuando el congresista veterano Cam Brady (Will Ferrell) mete la pata públicamente antes de unas elecciones, un par de asesores políticos sin escrúpulos conspiran para proponer un candidato rival y así ganar influencia en su distrito de Carolina del Norte. Su hombre: Marty Huggins (Zach Galifianakis), el ingenuo director del centro turístico local.

Al principio, Marty parece ser la elección más improbable de todas, pero, gracias al apoyo de su nuevo benefactor y de un director de campaña despiadado, pronto se convierte en un contrincante que le da motivos de sobra al carismático Cam para preocuparse.

A medida que se acerca el día de las elecciones, los dos se ven envueltos en una competición muy igualada, en la que los insultos pasan rápidamente a ser agresiones, hasta que lo único que les importa es acabar enterrando al otro. Es una comedia de injurias, puñaladas traperas y hogares destrozados, del director de Los padres de ella, Jay Roach, quien lleva el circo político actual a su siguiente nivel lógico. Porque, incluso si creemos que la ética de las campañas políticas ha llegado a lo más bajo... Aún se puede cavar más hondo.

NOTAS DE PRODUCCIÓN

Locos por los votos, también está protagonizada por Jason Sudeikis en el papel de Mitch, el leal pero, cada vez más abrumado director de campaña de Cam Brady, y por Katherine LaNasa, quien interpreta a Rose, la decidida esposa de Cam. Otros protagonistas son Dylan McDermott, quien encarna a Tim Wattley, el encargado de transformar la imagen pública de Marty Huggins; junto con John Lithgow y Dan Aykroyd en el papel de los poderosos hermanos Motch, quienes aportan el dinero para su candidatura imposible al Congreso; y Brian Cox interpretando al padre de Marty, el asesor político jubilado Raymond Huggins, quien no entiende lo que todos ellos ven en su hijo.

Dirigida por Jay Roach (ganador del Emmy por El recuento, de la HBO, y nominado al Emmy por Game Change, también de la HBO), con guión de Chris Henchy y Shawn Harwell, a partir de una historia de Adam McKay, Jay Roach y Zach Galifianakis.

El proceso electoral de EE. UU. se vuelve a veces tan salvaje que no podemos evitar reírnos... Especialmente en el caso de Will Ferrell, Zach Galifianakis o Jay Roach, adicto confeso a las noticias de política y director/productor de la nueva comedia irreverente Locos por los votos.

Conocido por Los padres de ella y por las películas en clave de parodia de Austin Powers, Roach también abordó con éxito el sistema político estadounidense desde una perspectiva más seria en los aclamados dramas de la HBO El recuento y Game Change, y ha terminado por creer que a veces la mejor forma de enfrentarse a un tema es de frente y con humor. “Creo que hoy en día la comedia es la reacción correcta ante la política. Al menos te da algo de lo que reírte y hace que su componente real sea más fácil de digerir, mientras que simplemente ver las noticias puede asustar bastante”, afirma. “A la vista de algunas campañas electorales actuales, no sé si esto es lo que los padres fundadores de nuestro país tenían en mente”.

Por fortuna, Roach fue capaz de liberarse a lo grande de los demonios de su ansiedad en Locos por los votos, con Ferrell y Galifianakis, quienes también fueron los productores de la película, y a los que él se refiere como “dos de los actores más divertidos e inteligentes del mundo. Will y Zach se transforman por completo en candidatos rivales que tienen los recursos para destruir al otro empleando toda forma de estrategia electoral turbia, vídeo sórdido y truco rastrero y descarado imaginable. Y degenera rápidamente a partir de ahí”.

Los cineastas, previendo que iban a calificar la película como no apta para menores, sabían que tenían vía libre para llevar la historia hasta donde hiciera falta, de manera que los espectadores de cualquier parte del mundo pudieran entenderla; ya sean republicanos, demócratas, del Partido Independiente u otros.

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