No hacía falta que llegara Thor: Ragnarok para confirmarlo pero sí me resulta interesante decirlo: el giro de Marvel (UCM) hacia la comedia es un hecho. Y también algo que, visto lo visto, es digno de celebrar. Si bien siempre ha habido sentido del humor en sus producciones -ya desde sus primeros títulos: Iron Man (2008), Los Vengadores (2012)- es ahora cuando más se está notando que, la acción espectacular y la épica híper-musculada, entra mejor si uno se echa unas risas mientras tanto.
El giro estilístico, tan ajeno al mundo DC-Warner, ciertamente patente en películas como Guardianes de la galaxia (2014), Ant-Man (2015) y Spider-Man: Homecoming (2017), viene acompañado por la inteligente decisión de Kevin Feige de poner al cargo de las películas de la franquicia (sin reducir un ápice su control creativo) a realizadores curtidos en la comedia cinematográfica. James Gunn, antes de capitanear a Star-Lord & Co., se bañó en la comedia de terror (Slither, 2006) y en la sátira superheroica (Super, 2010); los hermanos Russo, que han saltado de la línea del Capi al crossover de Infinity War, estaban detrás de dos de las mejores comedias producidas en televisión: Arrested Development (2003) y Community (2009); el director del último Spider-Man, Jon Watts, tiene en su haber dos películas de género con unas dosis de humor macabro de lo más bruto: Clown (2014) y Coche policial (2015); y, bueno, detrás del guion de Ant-Man están tótems de la comedia moderna como Joe Wright, Adam McKay y Joe Cornish (aunque no sepamos con certeza que aportó cada uno a la cinta que acabó dirigiendo Peyton Reed).
Así que sólo me queda aplaudir que para la tercera película del Dios del Trueno -tras la muy shakesperiana Thor (2011) y la buddy-dark-movie Thor: El mundo oscuro (2013)- Feige haya tomado la (arriesgada) decisión de poner a los mandos al realizador neozelandés Taika Waititi, autor de una de las mejores series (comedia musical) de los últimos años -Flight Of The Conchords (2007)- y firmante de esa barbaridad llamada Lo que hacemos en la sombras (2014), una de las más divertidas cult movies contemporáneas. Así, con un equilibrio de 75% comedia - 25% acción, Thor: Ragnarok es un nuevo hit del UCM.
Fiel al revival de cine ochentero que llevamos tiempo viviendo, la película de Waititi es tan chula como desternillante: puro entertainment que no se encoge ante la desvergüenza -ese dictador al que da vida un autoparódico Jeff Goldblum- y que minimiza sus efectos dramáticos en aras a ganar velocidad y efectividad -casi todos los actos violentos de Hela (Cate Blanchett en modo Halloween) son breves, directos y efectivos-. Curiosamente, pese a tomar el nombre del histórico comic "El poderoso Thor: Ragnarok" de Roy Thomas y Len Wein, la película que sirve como prólogo más directo para las Guerras del Infinito, de donde realmente bebe es de uno de los mejores cómics del Marvel moderno: "Planet Hulk" de Greg Pak -de hecho la peor noticia que nos da Thor: Ragnarok es que los que soñábamos con una adaptación del mismo a modo de space opera con gladiadores ya no parece que se vaya a dar nunca-. Waititi (con ayuda de sus guionistas: Kyle, Yost y Pearson) plantea el film como una big band movie con un nuevo equipo de superhéroes formado por Thor, Loki (cómo mola Tom Hiddleston, haga lo que haga), Hulk (Mark Ruffalo) y Valkiria (Tessa Thompson) que, tras tratar de escapar del multicolor planeta Sakaar deberán tratar de detener a Hela en su afán de destruir Asgard (y, por extensión, el universo, que por algo es la Diosa de la Muerte).
Con los sintetizadores apretando por todas las esquinas -y soltando desatado el "Immigrant Song" de Led Zeppelin en los momentos cumbres-, Thor y los suyos convierten la película en una pool party donde quién no se le pase bien es porque no quiere. Film equilibrado a la perfección -hay tanta sátira superheroica como ganas de seguir moviendo piezas clave en el UCM-, con grandes momentos para degustar con pasión -la pelea de Hulk con Thor es mejor que la de Hulk con Iron Man vista en La era de Ultrón (2015)- y algún que otro gesto dramático no exento de lírica, Thor: Ragnarok me ha encantado. Que aprendan los demás.
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