La cima del Monte Everest, la montaña más alta de la Tierra, supera los 8.800 metros sobre el nivel del mar, más o menos la altura a la que vuela un Boeing 747. El temible pico ha visto a miles de atrevidos alpinistas que sienten la necesidad de enfrentarse al mayor reto que ofrece la escalada. Los acontecimientos del mes de mayo de 1996 fueron los más trágicos en la historia de la escalada al Everest hasta entonces. Los medios del mundo entero siguieron minuto a minuto la historia, que no tardó en convertirse en el tema de varios documentales y de bestsellers cuyas descripciones se contradecían a menudo.
El productor Tim Bevan, de Working Title, empezó a interesarse por la historia en 1997 al leer el libro de Jon Krakauer Mal de altura. El periodista formaba parte del equipo de Adventure Consultants, liderado por Rob Hall, y había escrito un artículo para la revista “Outside”. Eric Fellner, el socio productor de Tim Bevan, compartió su entusiasmo por el proyecto, y ambos se enteraron de que Universal Pictures, con quien tienen un acuerdo de distribución desde hace años, poseía los derechos de otras publicaciones en torno a lo ocurrido.
Uno de esos libros es Left for Dead: My Journey Home from Everest (Dado por muerto: Mi viaje a casa desde el Everest), en el que la película se inspira en parte, así como en la última conversación por satélite entre Rob Hall y su esposa, Jan Arnold. Las familias de los escaladores desaparecidos no hablaron públicamente de los trágicos acontecimientos; sin embargo, siempre existió un diálogo con los productores mientras se buscaba el momento oportuno para rodar un largometraje.
Tim Bevan dice: “Para empezar, nos pusimos en contacto con David Breashears, que estuvo en la montaña en 1996 y rodó el influyente documental Imax acerca del Everest. Descubrí que disponía de la mejor documentación. Al ser una historia tan emotiva y fascinante, mucha gente ha querido escribir o contar lo que ocurrió y se ha convertido en una especie de Cubo de Rubik. En cuanto se mueve, aparece otra posibilidad. Por eso mismo corría el peligro de no ser contada nunca en la gran pantalla, pero reconozco que llevaba tiempo siendo uno de los proyectos que más apasionaba a Working Title”.
Aunque se pensó en hacer la película a finales de los noventa con Stephen Daldry como director, los elementos no empezaron a encajar hasta el año 2011. Los guionistas William Nicholson y Simon Beaufoy, los dos con grandes éxitos en su haber, se unieron para escribir un guión magnífico y emotivo. Además, los avances en efectos visuales ya hacían posible captar las terribles condiciones de esas 48 horas sin que el equipo corriera el menor riesgo.
En ese momento, Tim Bevan y Eric Fellner se pusieron en contacto con el realizador Baltasar Kormákur, que se encontraba en Los Ángeles rodando el thriller de acción Contraband.
Muy aclamado en su país natal, Islandia, Baltasar Kormákur es un director que se mueve cómodamente entre el drama y la acción, además de estar muy familiarizado con temperaturas extremas.
Cuando leyó el guión de Everest, el director se entusiasmó: “Los paisajes y la meteorología son una parte importante de mí. En Islandia, la naturaleza nunca está muy lejos. Las erupciones volcánicas y las avalanchas bajo las que desaparecen pueblos enteros nos recuerdan constantemente la fuerza de la madre naturaleza. La posibilidad de contar una historia única que transcurre en la montaña más alta del mundo, me pareció una oportunidad que no podía dejar pasar bajo ningún concepto”.
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