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viernes, 15 de febrero de 2013

Narración tensa y compleja: Celda 211

Thriller de acción, protagonizado por Luis Tosar, Alberto Ammann, Antonio Resines, Marta Etura y Carlos Bardem entre otros. A partir de la novela homónima de Francisco Pérez Gandul, Jorge Guerricaechevarría y el propio realizador, Daniel Monzón, han elaborado el guión de la historia.

SINOPSIS

Juan, funcionario de prisiones, se presenta en su nuevo destino un día antes de su incorporación oficial. Allí, sufre un accidente minutos antes de que se desencadene un motín en el sector de los FIES, los presos más temidos y peligrosos. Sus compañeros no pueden más que velar por sus propias vidas y abandonan a su suerte el cuerpo desmayado de Juan en la Celda 211. Al despertar, Juan comprende la situación y se hará pasar por un preso más ante los amotinados. A partir de ese momento, nuestro protagonista tendrá que jugársela a base de astucia, mentiras y riesgo, sin saber todavía qué paradójica encerrona le ha preparado el destino.

Unas notas del director

Cuando Celda 211 cayó en mis manos, me la leí de un tirón y supe que quería llevarla a la pantalla. La novela tenía un contundente punto de partida, un universo poderoso, reconocible y humano y estaba construida sobre una tensión asfixiante con algunos giros memorables. Como película, constituía un reto narrativo de primer orden, dejaba poco margen a otra cosa que no fuera despojar la puesta en escena de artificio y poner la cámara al servicio de los personajes. Había por tanto que conseguir un reparto a prueba de bombas. A película terminada, me es difícil imaginar actores más sólidos y adecuados. Empezando por el dúo protagonista, la banda de presos, el grupo de funcionarios y cada uno de los figurantes entregados en cuerpo y alma a esta aventura. Por mucho que Celda 211 fuera ficción, el primer paso para recrear una historia ambientada en la supuesta realidad de la cárcel era conocer lo que escondía ese mundo tan cercano a todos nosotros y a la vez tan remoto. A la hora de escribir el guión, Jorge Guerricaechevarría y yo teníamos que saber de lo que hablábamos, incluso para saber dónde mentíamos. Durante el año que nos llevó la escritura, conversamos, visitamos, vivimos y respiramos cuanto pudimos con presos, parientes de presos, funcionarios y educadores cuyo día a día era la cárcel. Todos nos abrieron su mundo con una hospitalidad tan sorprendente como comprensible.

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