A Antonio Banderas le gustaría parecerse más al gato con botas, "este sinvergüenza manipulador" dice entre risas, porque "es infalible con el tema de los ojos -quién no se rinde ante la mirada acuática del peluche de "Shrek"-. Todos tenemos algún truquillo para sacar lo que queremos del otro".
Banderas estuvo charlando esta mañana con un reducido grupo de periodistas, entre ellos Efe, en el hotel María Cristina de San Sebastián, una de las sedes del festival de cine, donde el actor presentó anoche un avance de su nueva película, "El gato con botas", a quien pone voz en cuatro versiones diferentes.
Esto, ha explicado, supone un complicado proceso de rodaje, para el que Banderas trabajó, incluso, mientras se encontraba filmando en otros países, gracias a conexiones de fibra óptica que le unían a los creadores de la "Dreamwork".
Así, los dibujantes observaban a través de cámaras sus movimientos al actuar el texto y después los incorporaban al peluche animado.
Hizo, de esta manera, la primera versión en inglés y después los doblajes en castellano para América Latina, italiano y andaluz para España.
La cinta incluye "muchas referencias a películas que yo he hecho antes, e incluso a mi mismo, engancha también con los "Shrek" en la parte de cuentos tradicionales, y con el Zorro, por supuesto, pero eso a mí me da la oportunidad de reírme de mi mismo, que en los días que corren, es colosal".
El actor, que llega de Roma de promocionar "La piel que habito", y mañana vuela a Moscú, se ha mostrado también muy contento con la aceptación del público a la película "sobre todo en el extranjero -apunta-, y lo mismo que nos pasó con 'La ley del deseo', que gustó más fuera que dentro, donde nos querían picar".
Sin embargo, no escatima elogios para el momento creativo del cine español; el problema, dice, es la financiación, y considera que "cuando veamos lo que se hace dentro de 40 años quedarán las perlas que se están haciendo ahora".
De "su" gato, dice que "es un caballero andante" y desvela que en la película le veremos de bebé. El gato con botas le cuenta a Kitty (Salma Hayek) cómo fue su infancia, y se lo cuenta, dice, "como se cuentan las historias".
En ese punto, Banderas se levanta, pone un pie sobre la mesa y un brazo el jarras, y, mirando al infinito, relata que "se le ve chiquitillo, con una cabeza muy grande, en un orfanato, y pronuncia el monólogo más corto del mundo: dice ¡miau!", y se parte de risa.
"El gato se ha ganado un espacio él solito en estos años, empezó como actor secundario y se ha convertido en una estrella, el tío", se admira, y dice que los productores, "antes de hacer 'Shrek 3' ya sabían que esto iba a pasar".
Después de años trabajando en los más diversos proyectos, desde musicales en Broadway, a dirigir películas, Banderas afirma ser "un cómico de la legua, un juglar que no pretendo dejar huella o convertirme en intelectual", y se considera afortunado por tener "la oportunidad de hacerlo en diferentes espacios y diferentes idiomas".
Banderas, que debutó en el Festival de San Sebastián con apenas veinte años, de la mano de Pedro Almodovar y su "Laberinto de pasiones", está convencido de que la situación del cine entonces "era peor que ahora, pero no nos dábamos tanta cuenta".
También reflexiona el actor sobre el "peso de la fama", que "es una cosa muy incómoda".
El secreto de que no se le suba a la cabeza, considera, es haber trabajado mucho: "mi vida como actor no se basó en un éxito a la primera o la segunda, he sido una hormiguita durante muchos años, y eso me permitió ver, como testigo, las miserias y las grandezas de esto".
"No sé qué hubiera pasado si me hubiera arrollado de golpe el bombazo de la fama y me hubiera creído, como he visto a otros, que 'soy especial'", bromea, y añade sonriendo, que, en esos casos, la gente que no entiende que su profesión es "un tobogán", acaba dándose un "talegazo". Pero, verdaderamente, Banderas "es" especial.
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