Secuela de la exitosa comedia romántica Mi gran boda griega. Ahora la historia se centrará en la revelación del secreto de la familia Portokalos.
REPASANDO EL FILME
En abril de 2002 se estrenó en Estados Unidos una pequeñita y humilde película llamada Mi gran boda griega. Medio millón de dólares en poco más de 100 cines que no levantaron apenas ruido. Un año después, cuando abandonó los cines norteamericanos, su recaudación era de más de 240 millones de dólares, nada mal si tenemos en cuenta que había costado tan sólo cinco. Nunca fue número uno, pero tardo más de ocho meses en desaparecer del top 20. Imagine algo así hoy en día...
El fenómeno de Mi gran boda griega es tan inexplicable como el de ‘Ocho apellidos vascos’. Una de esas “cosas que pasan” sin que nadie sea capaz de llegar a entenderlo. Simplemente pasó. Algo tan impredecible que no se puede reproducir ni en 10.000 intentos en un laboratorio. Lo extraño de todo esto es que mientras que a la cinta española le salió descendencia en menos de año y medio, no fuera que a la gente se le “olvidase” de que iba la cosa, a la “griega” le ha costado casi 14 años sacar adelante la suya.
15 AÑOS DESPUÉS
La familia Portokalos está de vuelta. Han pasado casi quince años desde que Toula (Nia Vardalos) e Ian (John Corbett) se casaran. Ahora la pareja intenta sacar un poco de tiempo para ellos, y tener alguna que otra cita romántica. Mientras, lidian con Paris (Elena Kampouris), su hija adolescente, que ha crecido y quiere irse a una Universidad que esté lejos de su sobreprotectora familia, que la sigue a todos lados. Y es que la joven necesita un poco de aire. Pero entonces la familia descubre un secreto: el sacerdote que ofició la boda de los padres de Toula se olvidó de firmar el papeleo, por lo que realmente Maria y Gus no están casados. Así que otra nueva boda está en camino, y esta vez será más grande y mucho más griega. Los enredos, las risas y el choque de culturas están asegurados.
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