onriente. José María Velasco Maidana, pionero del cine boliviano, posa acompañado por su esposa y sus dos hijos en un filme casero. La escena es parte de una grabación que realizó el creador de Wara Wara y que ahora forma parte de una colección de cintas filmadas durante los años 20 que elabora la Cinemateca Boliviana.
Este trabajo se encuentra en la primera fase del proyecto Imágenes de Bolivia, que persigue el catastro, rescate y conservación de la memoria histórica del audiovisual.
Gioconda Aguilar, coordinadora de la iniciativa, contó que durante los últimos meses “se encontró material interesante de filmes muy antiguos. Son fragmentos cortos de escenas familiares. Entre éstos hay tomas de un cumpleaños y de eventos sociales, entre otros”.
La selección de cintas que actualmente identifican los expertos formará parte de la colección titulada: Familias, Usos y Costumbres del Archivo Fílmico de la Cinemateca Boliviana.
“Es muy importante conservar este tipo de filmaciones porque guardan la memoria de los bolivianos. En su época eran sólo de acontecimientos sociales o de un grupo familiar, pero con el tiempo toman relevancia y ganan valor histórico”, comentó Mela Márquez, directora del repositorio fílmico.
Coincide con esta mirada el crítico de cine Pedro Susz, autor de Cronología del cine boliviano, quien agregó que “con este tipo de filmaciones se pueden conocer aspectos de la vida cotidiana que a veces no están registrados en las películas de ficción”.
La historia del cine comenzó en 1895, con la proyección, en París, de imágenes documentales de los hermanos Lumière. Poco después de ese evento, en 1897, Bolivia recibió su primer cinematógrafo, con el que se realizaban las primeras proyecciones en el Teatro Municipal de La Paz.
Al ser cintas de los años 20, hablamos de los primeros registros audiovisuales de la cotidianidad de los bolivianos. “Podríamos decir que estas cintas representan los primeros pasos del cine nacional”, comentó Aguilar.
Sobre los registros
Escenas de niños y adultos disfrazados en el Carnaval paceño de 1926; una pareja de novios saliendo de una iglesia en 1930; una excursión de amigos al santuario de Copacabana, en 1932, son algunas de las historias que registraron las familias bolivianas de la época.
De las más curiosas, Aguilar menciona un encuentro familiar en la Glorieta, en Sucre, en 1920, y unos cortos de días de campo en Tupiza realizados por la década del 40.
Una de las características de estos filmes, explica Aguilar, es que se trata de grabaciones hechas con equipo de cine. “No tenían edición, pero eran trabajos muy elaborados”.
Una de las sorpresas de todo este proceso ocurrió con el hallazgo del que se cree puede ser el primer documental sobre Tiwanaku. La pieza, que lleva el mismo nombre del sitio arqueológico, fue filmada por el alemán Rolf Müller. Data de 1919. En esta cinta, el director trabaja el tema de la astronomía.
Carolina Cappa, restauradora de la Cinemateca, informó que la mayoría de estas grabaciones familiares no lleva un título y casi todas pertenecen a autores anónimos. Los filmes fueron registrados en cintas de nitrato de plata y soportes de 16 y de 8 milimetros. “Duran entre tres y hasta máximo diez minutos”.
El periodista y documentalista Mario Espinoza destacó la labor de la Cinemateca por rescatar y conservar estos filmes. “Son imágenes que muestran de forma muy directa cómo funcionaba cierto sector de la población y eso es muy útil para hacer diagnósticos a futuro”.
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