Paz Padilla, escritor y cineasta, concluyó el rodaje de su nueva obra, Juancho y el Pancho. La presenta como una película anclada en el humor. “En la primera escena Pancho pierde a su burra y don Juancho encuentra a la que supone es el amor de su vida, su Dulcinea. Los dos salen a buscar, el uno a la burra y el otro a su amada”, adelanta el artista.
La filmación fue cumplida en los 15 días previstos en pueblos del valle cruceño. Comenzó en Pucará, el destino más lejano, siguió en Guadalupe, Vallegrande, Muyurina y alrededores, El Trigal, Moro Moro, Pulquina y Pampagrande, locaciones que los realizadores describen como “escenarios naturales de extrema belleza”.
Juancho y el Pancho es una adaptación libre de El Quijote de la Mancha, con énfasis en la gobernación de Sancho Panza en la Ínsula Barataria. En este caso lo nombran gobernador de Pampagrande y es ahí donde tiene su experiencia más gloriosa. “Pero las cosas no siempre salen como deben”, comenta el director Padilla y destaca que su película transmite la búsqueda de una amistad sincera y sin intereses entre dos seres que viven en Salsipuedes, y a los que el destino los saca de esa población y los enfrenta a una serie de problemas que pone a prueba su amistad; solo los divide la política.
En las imágenes, el público verá que la adaptación cambió molinos por caraparíes, que son igualmente gigantes, entre otras alusiones a la obra original.
En la historia, los protagonistas son José Véliz y Bismark Viruhez. Véliz es don Juancho (don Quijote), “personaje soñador y enamorado de la vida, con ganas de compartir amistad”. Viruhez es el Pancho (Sancho Panza), “un peón que trabaja al partido en las tierras de don Juancho, es un vallegrandino querendón”.
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