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sábado, 7 de noviembre de 2015

Un documental retrata el día a día de Malala Yousafzai

El documental He named me Malala retrata la vida íntima de la Nobel de la Paz en 2014, Malala Yousafzai, una adolescente de 18 años embarcada en una campaña global en favor de la educación que compagina su vida como estudiante con reuniones de alto nivel con líderes mundiales.
La cinta hace especial hincapié en el papel que jugó el educador y activista pakistaní Ziauddin Yousafzai en la formación de su hija, la Nobel más joven de la historia, tiroteada en 2012 por los talibanes al defender en público la escolarización de las niñas. "Él me enseñó a levantar la voz cuando hay injusticias en la sociedad, cuando vetan la entrada de las mujeres al mercado y a las niñas a la escuela. Él nunca se ha callado y eso me ha inspirado, aunque nunca me ha forzado a ser como soy”, dijo Malala en una entrevista con EFE.
La joven se recuperó en el Reino Unido de unas heridas que estuvieron a punto de costarle la vida y desde allí ha continuado una campaña que la ha llevado a hablar ante la asamblea de la ONU, reunirse con el presidente de EEUU, Barack Obama, y la reina Isabel II, al tiempo que intentaba "no perder un solo día de clase”. "Ambas facetas se han convertido en parte de mi vida. Me gusta poder ir al colegio y sentirme como una niña normal, pero también es importante la otra vertiente, conocer a gente famosa y presidentes, para poder divulgar mi mensaje en todo el mundo”, relata Malala.
Ziauddin corrobora que su hija se siente cómoda tanto "en reuniones con un presidente, un primer ministro o un rey” como "cuando está en casa peleando con sus hermanos”, una doble vida que trata de reflejar el documental de Davis Guggenheim, el oscarizado director de An Incovenient Truth (Una verdad incómoda).
"Ella estaba muy feliz”
Guggenheim introdujo una cámara en el hogar de los Yousafzai en Birmingham (Inglaterra) para captar escenas íntimas de la familia, como su reacción ante el anuncio de los ganadores del Premio Nobel.
"Ella estaba muy feliz, pero no la vi sobrepasada. Yo, en cambio, cuando recibí la noticia me puse a saltar y abracé a mi mujer, era algo muy grande en mi vida como padre” rememoró Ziauddin.
"Malala se enteró de la noticia en el colegio, en clase de química, y continuó sus clases durante tres o cuatro horas más. Cuando llegó a casa esperaba que se echaría a llorar, pero no lo hizo. Siempre mantiene la compostura”, relató el padre de la joven. Para el director del documental "uno de los momentos más emocionantes de la película es cuando (Malala) no gana el premio el primer año (en 2013)”.
"Ziauddin dice entonces que los premios no importan, sólo es importante el camino. Ese momento demuestra que para esta familia lo más relevante es que su trabajo tenga un impacto real en las niñas y en el mundo”, explica Davis Guggenheim.
Dos años después de recibir impactos de bala en el cráneo y en el cuello, Malala no evita hablar del ataque que la llevó a debatirse entre la vida y la muerte. "Soy prácticamente la misma persona que antes. Si algo ha cambiado es que me siento más fuerte. Me he dado cuenta de que en esta campaña por la educación de las niñas nadie puede detenerme y siento que voy por el camino adecuado”, sostuvo.

"No estoy enfadada (con quienes me atacaron) porque creo que debes tratar a los demás como te gustaría que te trataran a ti. Yo quiero que la gente me trate con paz, amabilidad y respeto, y ese es el modo como trataré a los demás”, señaló al término de la entrevista. (EFE)

En Kabul, Aziza sigue los pasos de Malala

Aziza Rahimzada, de 14 años, ya convenció a las autoridades de que abran colegios para los niños refugiados y suministren agua corriente a más de 100 familias.
En su tierra la conocen como la "Malala afgana”. La comparación con la joven paquistaní podría quedarse en eso, pero Aziza ha sido designada para el Premio Internacional de la Paz para los Niños, que Malala obtuvo en su día. Y al igual que ella, Aziza tiene previsto poner su fama al servicio de la lucha por el derecho a la educación en un país donde la escuela es todavía un sueño casi inalcanzable para los más pobres.
Aziza sabe de qué habla. Nació y vive en Kabul, en un campamento de desplazados, donde su familia, originaria de una provincia al norte de la capital, se refugió en 2001, cuando el régimen de los talibanes se tambaleaba por los ataques de la coalición internacional liderada por Estados Unidos. (AFP)

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