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miércoles, 6 de abril de 2016

Cuando la violencia no tiene límites: Operación Zulu



África del Sur en la dura época del aparthied, cuando el racismo tomó forma jurídica al ser respaldado por leyes promulgadas contra los ciudadanos negros. Dos policías, uno blanco (Orlando Bloom) y otro negro (Forest Whitaker), están inmersos en una complicada investigación para encontrar al asesino de un joven adolescente. En esta difícil persecución tendrán que enfrentarse a sus propios demonios interiores, las adicciones y los traumas del pasado.

NOTAS DE PRODUCCIÓN

Operación Zulu es una adaptación de la novela homónima de Caryl Férey por Julien Rappeneau, elegida para clausurar el Festival de Cine de Cannes 2013.

El filme fue considerada como una película fuerte, interesante, que cierra por todos lados. Dirigida por el francés Jérome Salle y ambientada en Ciudad del Cabo, está centrada en la investigación del asesinato a golpes de una chica, encabezada por un grupo de tres detectives, Ali Sokhela (Forrest Whitaker), Dan Fletcher (Conrad Kemp) y Brian Epkeen (Orlando Bloom), pero muy pronto y a partir de una pista que lleva al trío a una playa en la que abundan los narcos, todo desemboca en una carnicería.

Precisamente, a medida que avanza y las tragedias aumentan de tenor, la película se va volviendo más y más sorprendente.

Es que en una Sudáfrica todavía atormentada por el apartheid (sistema de segregación racial), los policías persiguen al asesino pero se encuentran con una organización mucho mayor (una droga de diseño llamada “tik”, más asesinatos, la desaparición de niños negros, el poder de la industria farmacéutica). Y como si esto fuera poco, estos policías deberán enfrentarse a sus propios demonios. Que son muy enormes.

Las actuaciones de la pareja protagónica, Whitaker y Bloom son excelentes. Ambos se amoldan a la perfección a los arquetipos torturados del policial, lo que vuelve aún más interesante a Operación Zulú.

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