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miércoles, 7 de octubre de 2015

Guillermo del Toro: “Soy gótico duro y puro”

Guillermo del Toro ha viajado al terror gótico con La cumbre escarlata, su nuevo filme, en el que se despoja de las nuevas tecnologías y recrea de manera artesanal una estética que no quiere revisar, sino recuperar y desempolvar de manera casi arqueológica.

“No hay una vocación posmoderna en mí. Soy gótico puro y duro y hay que entender la vocación de novela gótica de tener momentos sorprendentemente brutales o sensuales”, explica a Efe en una entrevista.

El director de El laberinto del fauno regresa al mundo fantasioso acompañado de Jessica Chastain, Mia Wasikowska y Tom Hiddleston, a quienes encierra en una mansión victoriana derruida “en el corazón” que es como un parque de atracciones para los fanáticos de la literatura y el cine de terror.

“Lo decía Lord Byron: ‘Si todo falla, asústalos’”, recuerda y, así, pasean por el filme sustos y guiños a las hermanas Brönte o a Mary Shelley (a las que define como “protofeministas”), a filmes como Rebecca y Encadenados, de Alfred Hitchcock, o a las cintas que más le aterraron de niño: Suspense, de Jack Clayton y Al final de la escalera, de Petr Medak.

Todo empieza en 1901 en Buffalo (Nueva York), donde el ingeniero Nikola Tesla acaba de llevar la corriente eléctrica y una joven adinerada se enamora de un buscavidas británico quien, tras la misteriosa muerte de su padre, la lleva a su decadente y fantasmagórica mansión británica, donde vive una enfermiza relación con su hermana.

“La casa es nuestra propia creación”, dice en contraposición a los innumerables homenajes. “No vimos ninguna película para inspirarnos, quisimos hacer un monstruo muy original. Suelo de sangre, ventanas que parecen ojos, siluetas en las arquerías...”, explica Del Toro, quien ha conseguido, tras ocho años de búsqueda de financiación, hacer la película tal y como él quería.

El director mexicano quería compatibilizar dos fuerzas contrapuestas: un presupuesto suficiente para recrear los escenarios tal y como él quería y, a la vez, no tener filtros a la hora de mostrar en la pantalla un festival de sangre y vísceras más cercano a clásicos de la serie B.

“Tardé ocho años en encontrar alguien que confiara en que la película tenía que ser para adultos y tener suficiente presupuesto para poder mostrar esas imágenes muy bellas y muy elaboradas. Quería que se sintiera hecha a mano, que había habido artesanos que habían hecho el vestuario, los escenarios”, explica.

El resultado es visualmente espectacular, con primorosos vestidos diseñados por Kate Hawley y una música del español Fernando Velázquez, además del poderoso imaginario visual que ha marcado la carrera del director.

Pero bajo las reglas clásicas del terror y el suspenso, Del Toro ha querido insuflar otros códigos melodramáticos y que “la sexualidad, la violencia, y los roles de género se pasen por un filtro moderno”.

Esa modernidad hace que el sexo libere, pero el amor torture y, sobre todo, que las mujeres “se hagan cargo de ellas mismas, aprenden a sobrevivir y a salvarse”.

EFE

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