“Valera hace un voto de silencio, se pone en forma, toma lecciones de karate y persigue al asesino de su esposa e hija con la ayuda de una doctora (Paz Vega) que conoce por accidente”, cuenta el artista malagueño que tuvo que tomar clases de artes marciales para dar vida a su personaje. Anteriormente había participado en cintas similares. Recordada es, por ejemplo, La balada del pistolero (1995), escrita y dirigida por Robert Rodríguez.
“Mi entrenamiento fue con Isaac Floretine —el mismo director—, quien es experto en karate y fue supervisado por Tim Man. Ellos eran los entrenadores del personaje cuando en el guión este se preparaba para ponerse en forma”, suma Antonio.
Florentine agrega que las técnicas de artes marciales que se mezclaron en este filme fueron el karate, judo y jiu jitsu. “Sin embargo, en Actos de Venganza Antonio Banderas fue entrenado arduamente y practicó lo que yo llamo lucha de pantalla, es decir, humo y espejos, la diferencia entre la vida real y el cine”, cuenta el realizador.
Al comienzo de la película, se castiga a sí mismo. En cierto punto, cuando tropieza con las Meditaciones del libro de Marco Aurelio, comprende que la dirección que tomó fue la dirección equivocada. Y aquí es donde la película da un giro totalmente diferente: OK, se cuestiona Frank Valera (Antonio Banderas): “quién cometió el asesinato y cómo voy a superarlo. Sé que los estoicos estaban en silencio, pero uno de mis westerns favoritos, y también uno de Matt Vennes (guionista del filme), es The Great Silence (1968), que Sergio Corbucci hizo con Jean-Louis Trintignant. Sin duda, nos inspiramos en esa película”, dice Banderas.
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