Tan llamativo hábito servía para reducir estos personajes a sus más ridículas esencias, describiendo incluso el planeta de origen del Capitán como un alegre paraje de ecos kryptonianos donde la gente volaba e iba en paños menores con vistas a redondear la evidentísima, pero eficaz, parodia.
Afortunadamente, a la película de David Soren le interesa menos la condición satírica del personaje -la cual poco o nada habría de aportar a un panorama saturado no sólo por los superhéroes de marras, sino también por sus más o menos venenosas deconstrucciones; del corrosivo ´Super´ de James Gunn (2010) a la sensacional Los increíbles de Pixar (2004), pasando por Deadpool (2016) o Kick Ass (2010), entre muchos otros ejemplos- que los ficticios orígenes del mismo.
La saga desarrollada por Dav Pilkey -encargado también de sus memorables ilustraciones, cuyo traslado a la pantalla grande no ha podido ser más fiel-, y extendida hasta los doce volúmenes, está en realidad conducida por dos traviesos niños que se dedican a escribir y dibujar las historietas protagonizadas por el Capitán Calzoncillos, saltando éste de las viñetas a la vida real cuando logran hipnotizar al estricto director de su escuela para que se convierta en él.
O, al menos, se crea que es él, colocándose una cortina cual capa y despojándose de sus ropas en afán quijotesco para lanzarse a combatir el crimen sin superpoder alguno.
La locura inducida de este personaje -apellidado Carrasquilla en la deliciosa traducción al castellano de los libros, conservada íntegra para el film- podría haber desembocado en la enésima reflexión sobre los tropos superheroicos y su estrepitoso contraste con la realidad del día a día; en lugar de eso, el guión firmado por Nicholas Stoller se decanta por una encendida reivindicación del ingrediente "caca, pedo, pis" que apuntala las ambiciones artísticas de Jorge Betanzos y Berto Henares.
Un sentido del humor simple, ingenuo, levemente escatológico, que sólo consigue ir un poco más allá de la creación del Capitán Calzoncillos para bautizar a su némesis como el Profesor Pipicaca, y montarlo en un retrete-robot-gigante. Ése es el nivel.
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