Con 40 años, el “Naza” (apodo con el que conocen a Cristóbal Forlich), tiene una vida en la que todavía apuesta por hacer un gran negocio y reparar su situación económica. Con dos hijos y una esposa que acaba de ganar una beca para irse a España, el conflicto se dispara en tanto él no quiere que ella se lleve a los niños. En una acción difícilmente juzgable el personaje quiebra su propio equilibrio sin hacerse responsable de esto.
Poblada de alusiones directas y referencias concretas al sexo, la dificultad de poder llegar al acto sexual también se convierte en una de las sub-tramas importantes en la cinta, que si siguiéramos a Freud, despertaría algunas otras líneas de lectura sobre esta misma historia, en las que contemplaríamos al macho herido en toda su plenitud.
El filme se puede inscribir dentro del ‘mumblecore’, un género contemporáneo en la que con escasos medios y de manera independiente se realizan piezas que están cercanas al ‘realismo digital’. Diferente dentro de la cinematografía actual chilena, esta obra merece la atención por la forma en la que presenta la decadencia de una sociedad y la soledad en un mundo hiperconectado.
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