Algo más de chispa promete Cowboys and Aliens, un guión que lleva años en producción y que por fin se ha hecho realidad. Su premisa, que puede dar como resultado una genialidad o un delirio, explora un escenario inédito: ¿qué pasaría si los extraterrestres aparecieran en el antiguo Oeste y se dedicaran a molestar a la población local? Daniel Craig y Harrison Ford compartirán pantalla con marcianos, pistolas, caballos y algún indio en la producción.
Y HAY MÁS. Lo mismo (en cuanto a expectativas) puede decirse de I am number four, ciencia-ficción donde los alienígenas (los malos) no vienen a acabar con la raza humana (aunque no se descartan víctimas colaterales) sino con otros alienígenas (los buenos) que se esconden en la Tierra tratando de no llamar mucho la atención. El reparto es de serie B para un proyecto del que no se sabe mucho, pero que quiere revitalizar la carrera de D.J. Caruso, un protegido de Spielberg. El guión —ya que estamos— es obra de Miles Millar, conocido por su trabajo en la serie televisiva Smallville.
The darkest tour es otro ejemplo de ocultación de datos: nadie sabe muy bien cuál es el sujeto exacto del filme, pero el reparto promete (encabezado por Emile Hirsch) y lo único que se ha difundido ha sido que la película mostrará la persecución de los malvados extraterrestres a unos adolescentes por las calles de Moscú.
Muy lejos de allí, en las heladas tierras de la Antártida, reaparecerá una vieja conocida de los cinéfilos: La cosa. La precuela del clásico de John Carpenter, despierta muchas dudas, pero su director, el desconocido Matthijs van Heijningen Jr., promete "fidelidad" al decálogo carpenteriano.
Para aquellos que no deseen ser invadidos y prefieran las suposiciones bienintencionadas siempre les quedará Paul, la historia de dos amigos de juerga en Las Vegas que se encuentran con un extraterrestre. Al frente del reparto, están Simon Pegg (Star Trek) y Nick Frost (Shaun of the dead). Quién sabe, si se corre la voz quizás ni nos invadan, pero como decía el personaje de Douglas Spencer en la obra de culto de 1951, El enigma de otro mundo: "¡vigilen el cielo, no dejen de vigilar el cielo!".
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