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miércoles, 9 de abril de 2014

La historia bíblica llevada al cine

CONSTRUYENDO UN ARCA

Justo antes de empezar Noé, Darren Aronofsky tomó una decisión clave: construiría un Arca auténtica partiendo desde cero, ateniéndose a las medidas e instrucciones más auténticas de lo que Noé construyó según los escritos. Sabía que un Arca generada por ordenador sería mucho más fácil, pero a Aronofsky le pareció que nunca podría ofrecerle al público la emoción de experimentar la enormidad del proyecto de Noé, lo chocante que debía resultar el Arca para la población local y la precariedad de su proyecto, aunque Noé estuviera firmemente decidido.

La sensacional Arca que se ve en Noé quizás sorprenda a mucha gente que está más acostumbrada a verla descrita como un barco rudimentario. Sin embargo, el concienzudo trabajo de documentación de Aronofsky sobre la Biblia le llevó en otra dirección. “Nuestra idea era ceñirnos siempre a lo que se dice en la Biblia, que básicamente habla de un rectángulo, una caja”, explica Aronofsky. El relato del Génesis proporcionaba instrucciones detalladas acerca de las dimensiones del Arca, es uno de los pocos puntos del texto donde se dan unas indicaciones increíblemente claras. Aronofsky se ciñó estrechamente a ese texto, utilizándolo como un plano para la nave que aparece en la película. “Todos las interpretaciones que hemos visto en los últimos cien años han sido barcos, pero realísticamente, al Arca no le haría falta una quilla porque no iba a tener que navegar. Solamente tenía que sobrevivir al diluvio. Así que recurrimos a la Biblia, y lo construimos con la misma escala que se describe, que es de un tamaño realmente impresionante”.

Durante siglos, se han realizado búsquedas para encontrar los restos del Arca en las montañas entre Turquía y Armenia, pero solamente se había intentado hacer un puñado de recreaciones a escala. Elaborar algo parecido a la auténtica arca resultaba educativo y que a la vez creaba un ambiente inimitable para los actores y el equipo técnico. “Los actores podían tocar sus paredes y subirse de verdad en ellas”, observa Aronofsky. “Y todos aprendimos mucho viendo cómo se podía haber construido realmente un Arca”.

LOS ANIMALES DEL ARCA

Mientras que el Arca era palpablemente real, los animales que la usan como refugio son una mezcla de magia digital y réplicas esculpidas, y todo para darle a los espectadores la sensación de una sobrecogedora vista de miles de animales subiendo a bordo. “Cuando se trabaja con animales vivos, uno se ve limitado a la clase de los que pueda conseguir, y es una responsabilidad tremenda cuidar de todos ellos”, explica Aronofsky. “Tampoco quería que el Arca pareciera un zoológico moderno. Crear digitalmente a los animales nos proporcionaba una mayor libertad para mostrar la enorme variedad de todo el reino animal”.

ÁNGELES CAÍDOS

El equipo de Snow también creó digitalmente a los Vigilantes, la visión creativa de Aronofsky de los gigantes Nefilim, de quienes se decía en el Génesis que habitaban en Canaán. “El diseño de los Vigilantes fue un gran reto”, comenta Snow, “y eso que contábamos con algunos de los diseñadores más punteros del gremio, desde Aaron McBride de ILM a Aaron Simms en Los Ángeles. Desde el principio, Sam Messer, un escultor de Nueva York, nos proporcionó una base firme de lo que iban a ser”. Añade Aronofsky: “Los Nefilim son ángeles caídos a los que solamente se menciona en un párrafo de la Biblia. Los creamos como los Vigilantes, que tienen las voces de Frank Langella, Mark Margolis y Nick Nolte, y son unas criaturas increíbles como nuca antes se han visto”.

NOÉ EN ISLANDIA

Podría haber sido un problema encontrar una localización para el mundo anterior al diluvio de Noé, pero al principio, Darren Aronofsky se tropezó con un paisaje que se le quedó grabado durante unas vacaciones en Islandia. Aunque Islandia podría parecer el último lugar en el que uno pensaría para una epopeya bíblica, fue el hecho de que el paisaje pareciera tan nuevo y lleno de vida lo que le atrajo.

A Scott Franklin también le sedujo aquella tierra. “No queríamos utilizar la típica arena amarilla de las viejas películas épicas, queríamos algo diferente”, observa. “Islandia ofrecía unos paisajes increíblemente bellos, sombríos y pelados compuestos de lava, pero luego a veinte minutos en coche se encontraba un valle increíble, exuberante y lleno de agua, que bien podría pasar por el Edén”.

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