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viernes, 8 de noviembre de 2013

El anacronismos de "Troya" y las grandes mentiras del cine bélico

El cine bélico ambientado en la antigüedad clásica ha tendido a exagerar las bajas que se producían en el campo de batalla, ha cometido con frecuencia clamorosos anacronismos y ha idealizado una figura como la de Espartaco, presentado como un héroe pese a ser un delincuente, según un libro de Guillermo Díaz.

"Las mentiras del cine bélico", presentado hoy por el director del Festival de Cine Español de Málaga, Juan Antonio Vigar, surgió al comprobar "cómo la gente tiene una idea sobre estas guerras basada en las películas, y estas se alejan mucho de la realidad de un combate", ha afirmado en una entrevista con Efe el autor. Los cinco títulos que analiza el libro son "Troya", "300", "Alejandro Magno", "Espartaco" y "Gladiator", que suelen mostrar un gran número de muertos en cada choque.

"Cuando termina el combate, se ve el campo de batalla sembrado de cadáveres, y esto no era así, porque moría sólo del 2 al 5 por ciento de los combatientes, y las grandes matanzas se producían en las retiradas, en persecuciones que nunca he visto en una película", ha apuntado Díaz.

También ha resaltado que "es muy difícil" que una flecha mate, más cuando existía la protección de la armadura, y la punta en muchos casos "no llegaba a impactar o sólo producía incomodidad y dolor que incapacitaba al combatiente, aunque sí podía morir a raíz de una infección pasados los días". Para ser mortal en el acto, la flecha "debía acertar en un ojo, en una arteria importante o en el corazón, pero no era fácil, porque se tiraban en tiro parabólico y caían desde arriba".

Según el autor, el "paradigma" de los anacronismos es "Troya", que se desarrolla "en la Edad del Bronce, cuando no existía el hierro, no se sabía curtir el cuero para hacer armaduras y mucho menos existía el barco trirreme con el que desembarcan en la película en plan Normandía o Guadalcanal". Considera que esta película es "un anacronismo por sí misma, entera, porque nunca hubo una batalla en Troya de grandes ejércitos, ya que no existían por una simple razón demográfica: no había población para juntar 10.000 hombres".

En "Espartaco" y "Gladiator" hay "fallos de representación del combate", puesto que una lucha de gladiadores "tenía árbitros que nunca se han visto en una película, tipos con una túnica blanca y una línea roja que, si al gladiador se le caía o se le rompía el arma, paraban el combate para proporcionarle otra". Tampoco es cierto que se decidiera la suerte del gladiador con el pulgar hacia arriba o hacia abajo, sino que el emperador o el patrocinador del combate gritaba "iugula" si el luchador debía ser degollado o "mite" si le perdonaba la vida.

Al lector le puede sorprender también la verdad sobre Espartaco tras la idealización que ha hecho el cine de él, al presentarlo "como un héroe y libertador que luchaba contra la esclavitud". "En realidad, fue un delincuente y un asesino en masa que imponía su autoridad allá por donde iba. Efectivamente, liberaba esclavos, pero también convertía en esclavos a ciudadanos libres", ha apuntado Díaz.

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