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miércoles, 14 de agosto de 2013

Relato crudo y magistral de la mafia: Mátalos suavemente

EL ARGUMENTO

Tres criminales, no muy inteligentes, recién salidos de la cárcel deciden dar un nuevo golpe, asaltar una partida de cartas controlada por la mafia. Inician el robo y milagrosamente logran realizarlo con éxito. La mafia decide contratar a Jackie Cogan para que encuentre a los ladrones y acabe con ellos. Jackie, el único inteligente en esta historia, intentará sacar su propia ganancia.

LA PRODUCCIÓN

Brad Pitt apunta a matar en el papel de Jackie Cogan, un mercenario que recibe el encargo de atrapar a dos incautos ladrones que dan un golpe en una partida ilegal de cartas protegida por el hampa, una historia que constituye el argumento de la película.

El reparto incluye también a Richard Jenkins, James Gandolfini, Ray Liotta, Scoot McNairy, Ben Mendelsohn y Vincent Curatola, con la participación especial de Max Casella, Trevor Long y Sam Shepard.

El filme se basa en un guión de Andrew Dominik, quien también dirige la cinta y que ya coincidió con Pitt en El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford. La cinta está basada en la novela Cogan’s Trade de George V. Higgins.

UN DIRECTOR CON MUCHO TALENTO

Se trata del tercer trabajo tras las cámaras de Andrew Dominik tras Chopper (2000) y El asesino de Jesse James por el cobarde Robrt Ford (2007), el cual también se ha encargado del guión de todas sus obras.

Detrás de Mátalos suavemente hay un director que sabe lo que quiere plasmar en pantalla y tiene la capacidad para hacerlo realmente bien. Además, demuestra una versatilidad brutal entre la frialdad expositiva de algunos momentos y los (justificados) alardes visuales de otros. Eso sí, estamos ante una película en la que priman los diálogos por encima del resto de situaciones, ya que aquí no disparan y preguntan luego, sino que lanzan la pregunta o amenaza, charlan, hacen cosas y al final pasa lo que todos sabíamos que iba a pasar. La gran virtud de ello es que Andrew Dominik sabe qué teclas pulsar (no faltan ciertos excesos violentos) para que la sensación de suspense no decaiga en ningún momento.

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