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martes, 2 de abril de 2013

“Jack, el cazagigantes” (USA, 2013) de Bryan Singer: Capitalismo a ultranza

Es la historia recreada del cuento infantil medieval rescatado por Andersen: “Las habichuelas mágicas”, en el cual el gigante y la batalla celeste por hacerse del tesoro, por Santiago (Nicholas Hoult), es sustituido por sucesos en la tierra y varios gigantes.

“Las habichuelas mágicas”, prefigura el advenimiento del capitalismo en el puente entre los siglos XIV y XVI en Europa, en unión primero con el protestantismo luterano, luego de su total independencia, su posterior deificación (el capitalismo como religión) en aproximadamente una centuria.

El luteranismo, el calvinismo, etc., aportó una nueva ética del trabajo; un ideal de ser humano: el burgués, y el dinero fluyó de las nuevas tierras conquistadas y colonizadas, hacia el norte europeo (España fue sólo puerto de paso. Triste destino el suyo, nunca pasó de potencia de segundo orden y ni qué decir de sus colonias); haciendo del capitalismo una fuerza inquebrantable y poderosa imposible ya no de derribar, siquiera de cambiar.

La recreación de Singer, que, a no olvidar, tiene origen judío, pueblo que jugó un importante papel en el proceso, da un giro inusual a la historia original. ¿Una especie de mea culpa? Aparentemente trivial pero suficientemente fuerte en su picardía; que el capitalismo, como Marx previno, tiene (mucho) de delincuencial; que jamás sabremos en qué tipo de manos caerá el capital y de qué será capaz éste para acrecentarlo.

En fin, cosas de haberle inspirado ideas propias al niño y que luego haya salido con que lo quiere así o asá y no de otro modo y “almorzarse la cena”, etc. Por eso, tal vez, este producto bien contado y entretenido por lo demás está dirigido a adultos; si a niños llega, explosivo e imprevisible, como creemos ocurrirá: ay, pobres almas infantiles.

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