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lunes, 27 de febrero de 2012

Un hombrecito dorado y venerado en Hollywood

De dónde salió tanta devoción por una estatuilla de 33 cm y 3,85 kg de un hombre calvo, fornido y embadurnado en oro? Si bien la mayoría de los actores aseguran que no trabajan pensando en el Oscar, a la hora de la verdad veneran a este hombrecito de 82 años.
“Lo que más me importa de los Oscar es que son un agradable honor que viene de gente con la que trabajas en cada categoría”, dijo George Clooney que compite como mejor actor por Los descendientes y como mejor guión adaptado por Secreto de Estado.
Es la misma sensación de agasajo a la que se refirió el sueco Max von Sydow, nominado como mejor actor de reparto por Tan fuerte, tan cerca: "¿La nominación? Es maravillosa, porque ¿quiénes son los que nominan? Los colegas. Y ellos obviamente saben algo sobre tu arte”.
“¡Soy una nominadaaa!”, canturreó Octavia Spencer subiendo el agudo al final de la frase, por su postulación como mejor actriz de reparto gracias a Historias cruzadas.
Aunque el Goya español, el Oso de Berlín o el César francés tienen un enorme significado para los cineastas y la comunidad del cine independiente, desde hace décadas el Oscar se vende a millones de televidentes del mundo como símbolo de Hollywood.
La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas creó el Oscar en 1927 para promover sus películas y honrar a los artífices del cine. El director de arte del estudio Metro-Goldwyn-Mayer, Cedric Gibbons, fue elegido para diseñar la estatuilla: un caballero corpulento, con sus brazos cruzados sujetando una espada y parado sobre un rollo de película.
La primera ceremonia se efectuó el 16 de mayo de 1929 en el Hotel Roosevelt de Hollywood, a unos pocos metros de donde se entregan los Oscar, el teatro Kodak, que hoy figura sin nombre. Las primeras estatuillas eran de bronce, pero en la Segunda Guerra Mundial, debido a la escasez de metales, fueron de yeso, que luego fueron suplantados por las actuales figuras en oro y plata.

Curiosidades y anécdotas del premio

Nombre. Una leyenda indica que la encargada de la biblioteca de la Academia y luego directora ejecutiva Margaret Herrick le veía un gran parecido a su tío Oscar. Luego, su personal comenzó a referirse a la estatuilla como Oscar. Un editorialista especializado en Hollywood, Sidney Skolsky, utilizó el nombre en una columna de 1934 al referirse al premio a mejor actriz recibido por Katharine Hepburn y la Academia empezó a usar el ‘apodo’ en 1939.

Transmisión. La primera ceremonia no tuvo cobertura en directo a través de los medios de comunicación. Pero aquel acto despertó un gran interés entre el público, por lo que de cara a la segunda edición una emisora de radio de Los Angeles decidió dedicarle un especial de una hora.

Récord. Katharine Hepburn es la actriz más reconocida, con 12 nominaciones y 4 premios. Sin embargo, solo acudió a la gala una vez, y no para recoger una estatuilla. En 1974, subió al escenario para entregar un premio honorífico al productor Lawrence Weingarten.

Anuncio. Antes los presentadores pronunciaban el famoso And the winner is…” cuando abrían el sobre con el nombre del ganador. Pero desde 1988 se utiliza la frase “The Oscar goes to…”.

Austera. Solo una vez se ha suspendido el desfile de estrellas por la alfombra roja previo a la gala. Fue en 2003. Acababa de estallar la guerra contra Irak y los organizadores de la ceremonia pensaron que lo más adecuado era restar frivolidad al acto.

Discurso. En 2001, para que la gala no se alargase -la anterior duró más de cuatro horas-, la Academia anunció que premiaría al discurso más corto con un equipo de TV. Pero a Julia Roberts no le tentó esa idea, ya que cuando subió al escenario dijo: “Qué demonios, yo ya tengo tele”.

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