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jueves, 9 de febrero de 2012

Los Oscar, en manos hispanas

Lo hispano está curiosamente ligado al Premio Oscar desde su creación, y en la actualidad en su fabricación. La leyenda del cine mexicano Emilio “Indio” Fernández sirvió de modelo para su diseño, y desde 1982 trabajadores, en su mayoría hispanos, en Chicago son los primeros en acariciar las preciadas estatuillas.

Poco tiempo después de que se creara en 1927 la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, se organizó una cena en el Crystal Ballron del Hotel Baltimore, en el centro de Los Ángeles, para diseñar los objetivos de la organización.

Entre ellos, se decidió entregar un premio que distinguiese los logros sobresalientes en al industria del cine, para fomentar los niveles de calidad en sus diversas facetas.

La cuestión del diseño del premio cobró gran importancia y el propio director de arte de la Metro Goldwyn Mayer (MGM), Cedric Gibbons, se encargó de diseñar la famosa estatuilla.

Indirectamente, lo hispano ya estaba allí, puesto que Gibbons estaba casado entonces con la actriz mexicana Dolores del Río.

El escultor George Stanley de Los Ángeles fue elegido para darle la forma tridimensional, y se cuenta que el actor y director mexicano Emilio “Indio” Fernández, le sirvió de modelo.

El oficialmente denominado Premio de la Academia al Mérito mide 13 pulgadas y media (33.75 centímetros) y pesa 8 libras y media (3.9 kilogramos).

El diseño de la estatuilla nunca ha cambiado desde su concepción original, pero el tamaño de la base ha variado hasta el modelo actual, adoptado en 1945.

Las 15 estatuillas entregadas en las ceremonias iniciales eran de bronce sólido y estaban chapadas en oro.

En poco tiempo se abandonó el bronce a favor del britannia, una aleación de cobre, estaño y regulo de antimonio, de aspecto similar a la plata o al peltre bruñido, que facilitó el acabado uniforme de las estatuillas.

La anécdota de la fabricación es que durante la Segunda Guerra Mundial, los Oscar se realizaron en yeso pintado durante tres años. Había que colaborar al ahorro de materiales para la producción de materiales de guerra, pero eso sí, acabada de contienda todas las figuras de yeso entregadas fueron canjeadas por otras de metal chapado en oro.

Los Oscar viajan desde

Chicago

Hoy día también son manos hispanas las que primero acarician las estatuillas, ya que una decena de trabajadores latinos son los encargados de elaborarlas en la empresa R.S. Owens, de Chicago.

“Yo veo nacer cada estatuilla. En mis manos está que el trofeo salga perfecto antes de pasar a ser pulido y bañado en oro”, explica Anacleto Medina, que trabaja como supervisor en dicha empresa.

Son necesarias una decena de personas para hacer las estatuillas y unas 20 horas de trabajo por cada Oscar, “porque cada uno tiene que quedar perfecto o hay que fundirlo y volverlo a hacer”, asegura Medina.

El proceso de manufactura consiste en hacer primero la estatuilla en plomo, pulirla y darle varios baños en níquel, plata y cobre, antes de sumergirla durante dos horas en oro líquido de 24 quilates.

“Las Oscar son tallados a mano uno por uno”, cuenta Scott Siegel, presidente de R. S. Owens.

Una vez comprobado que la silueta del Oscar es perfecta, sin un grano en su baño de oro, el Oscar pasa a ser montado en su base, pulido nuevamente, limpiado y colocado en una caja de poliestireno un poco más grande que una caja de zapatos.

Tras guardarlos en sus cajas, los trabajadores colocan las estatuillas de ocho en ocho en siete cajas más grandes que a su vez son enviadas de forma anónima a las oficinas de la Academia en Hollywood.

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