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lunes, 19 de septiembre de 2011

Cine Andrés Caicedo realmente existió

Aproximación al documental que trata a una de las figuras más sobresalientes de la literatura contemporánea: Andrés Caicedo.
Al inicio del documental Unos pocos buenos amigos (1986) una muchacha realiza un sondeo de opinión a algunos transeúntes caleños sobre si éstos conocen o han oído hablar de Andrés Caicedo. Las respuestas se entremezclan: “un guerrillero”, “un famoso”, “no sé”, “un muchachito”. Este estado de desconocimiento fue el que motivó a Luis Ospina, amigo íntimo del desaparecido escritor colombiano, a realizar una serie de homenajes en clave de películas a este joven que se quitó la vida a los 25 años porque, como él mismo señalaba, a esa edad empieza la decadencia.
AUTOR DE CULTO. Con este documental inaugural, una de las piezas más personales de Ospina, se le da rostro, cuerpo y voz a esa figura de la novela, el cuento, la crítica cinematográfica y el activismo cultural colombiano, el hoy mítico Andrés Caicedo. Tal es la figura de este personaje, ya sea como narrador, cronista, crítico de cine o simplemente como figura rutilante del Grupo de Cali.
En 2010, dos documentalistas del extremo sur del continente realizaron el que hasta la fecha es el documental más creativo sobre la figura de Caicedo. En Noche sin fortuna, los realizadores Francisco Forbes y Álvaro Cifuentes se acercan a esta figura extraviada en el tiempo, una figura ya desdibujada por la fama y la mitología local, construida las más de las veces a base de leyendas. Estos dichos y rumores hacen que Caicedo se presente como un sujeto inabarcable porque, entre otras cosas, antes de sus 25 años, edad en que se despoja de su cuerpo, ya había escrito varias novelas, decenas de cuentos, siete obras de teatro, centenar de críticas y había reorientado la cinefilia en Cali. A esto hay que añadir que el autor de ¡Que viva la música! no hizo más que un cortometraje, Angelita y Miguel Ángel (1971), pero siempre, desde los cineclubs que fundó, la revista que creó y los grupos por donde circuló, demandó una postura ética frente al cine, que debe ser imperfecto, más aún en la época del perfeccionamiento técnico que reduce y simplifica al hombre.
Desde su apertura, Noche sin fortuna nos marca el código con secuencias compuestas únicamente por insertos de películas sobre las que Caicedo escribió críticas y/o que programó en el Cine Club de Cali. El documental combina sobre este fondo visual extractos de cuentos, críticas, artículos, novelas y hasta testimonios sobre la vida, reinventando una forma de homenaje, no desde el testimonio, sino desde la ausencia, potenciando las posibilidades que otorga el fuera de campo. Además, este trabajo da cuenta de la inexistencia de evidencias sobre este personaje, cinematográfico en algunos casos: se muestran muy pocas imágenes fotográficas de Andrés Caicedo, anulando el consumo visual como fuente de conocimiento y esclarecimiento del pasado, tal como lo ensayó Ospina en sus innumerables documentales falsos, donde el relato oral es la fuente desde donde se reconstruye la realidad y las imágenes son simples instrumentos didácticos.
CAICEDO EXISTIÓ. Noche sin fortuna —título prestado de una de las novelas inconclusas de Caicedo donde se narra la transformación de un adolescente que sale de fiesta en Cali y, al tercer día, descubre en la fiesta la experiencia que transforma su vida—, además de recolectar testimonios de los amigos de Caicedo en Cali, de la Revista Ojo al cine, que fundó en 1974, y del Cine Club de Cali, nos ofrece reconstrucciones animadas de uno de los guiones esbozados por Caicedo en un viaje que hizo a Los Ángeles, Estados Unidos, en 1973. Son simples esbozos, porque no eran más que bocetos, líneas de orden, pautas de actuación y reflexiones éticas. Con esto, los directores Forbes y Cifuentes buscan en esta especie de western colombiano las claves para comprender de manera global la vida de Caicedo.
Además, la interrogante sobre la existencia de Andrés Caicedo se presenta en la forma del testimonio de sus escritos, donde habitan sus grandes personajes, entre ellos Clarisol —de quien se sabe que tiene 12 años y es origen de algunos guiones— y su hermano Guillermito. A ambos ya nos los había presentado Luis Ospina en Unos pocos buenos amigos, tras recuperar Angelita y Miguel Ángel (1971), figuras que hoy Forbes y Cifuentes traen de retorno.
Poco antes de tragar sesenta pastillas, Caicedo había recibido un ejemplar de su novela de culto ¡Que viva la música!, en la que se narra el itinerario de un joven de veinte años que termina prostituyéndose. Acto seguido escribió una carta de despedida a Patricia Restrepo, su gran amor, que los directores de Noche sin fortuna han recuperado, clausurando con esto el documental y alimentando el mito.
Los testimonios presentes en el documental, ya sea de amigos pandilleros de la ciudad, colaboradores del Grupo de Cali, artistas y amigos, están todos de acuerdo con que Caicedo, desde muy joven, estaba consciente de que no viviría mucho tiempo. Debía vivir, sin embargo, con frenesí.
*Crítico de Cinemas Cine
25 años tenía el escritor y crítico colombiano cuando decidió suicidarse y dejar este mundo.

En 2010, dos documentalistas argentinos realizaron el que hasta la fecha es el documental más creativo sobre la figura de Caicedo. En Noche sin fortuna, los realizadores Francisco Forbes y Álvaro Cifuentes se acercan a esta figura extraviada en el tiempo, una figura ya desdibujada por la fama y la mitología local, construida las más de las veces a base de leyendas.

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