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domingo, 24 de julio de 2011

‘El Chacal es un personaje mítico al que había que darle un rostro humano’

El film, una producción franco alemana, se estrenará en Bolivia el jueves 28 de julio en el Multicine de La Paz (Av. Arce). Ramírez conversó por teléfono y en exclusiva con La Razón sobre su particular visión del polémico personaje al que debe encarnar como alguien de carne y hueso.

— ¿Qué representa interpretar a un personaje tan polémico?
— Fue un trabajo complicado, con un personaje muy complejo debido al enorme número de contradicciones que tiene esta persona. Carlos ha sido un personaje mítico, es decir, se formó una suerte de leyenda a su alrededor fabricada por Ilich Ramírez (nombre verdadero de Carlos, el Chacal), otra por los servicios secretos, los medios de comunicación y los gobiernos que tuvieron un papel en la Guerra Fría.
Lo interesante de Carlos es que fue un personaje que tuvo un impacto en el mundo real, aunque siempre fue parte del imaginario. El reto era darle una cara humana, tratar de explorar el hombre detrás de la leyenda.
— ¿Qué contradicciones pesaron más en su personaje?
— Hay que tomar en cuenta que Carlos desmitifica al revolucionario estereotípico de la época. Normalmente eran austeros, indivisibles, completamente dedicados a la causa, trascendentalista... Carlos, por el contrario, en una época en que los activistas tradicionales de la izquierda se rebelaban contra los símbolos tradicionales de estatus, disfrutaba del buen vino, la buena ropa, tiendas, hoteles. Independientemente del clima ideológico de la época, Carlos tiene estas contradicciones. Y todo esto no representaba para él ningún tipo de contradicción al momento de defender los principios de la revolución. Todo ello complicaba la interpretación del personaje, sobre todo para no alimentar su idealización.
— ¿Qué significan los premios a los que fue nominado por este papel?
— Que existe una apertura para proyectos sui géneris como éste. Hay que tener en cuenta que ésta es una película que fue hecha para cine y televisión, que está en siete idiomas distintos, lo que de alguna manera vence la idea preconcebida de que sólo las películas en inglés logran trascender y llegar al público.
Las nominaciones (Globos de Oro, Emmy y César, entre otras) son, para mí, la señal de que el mundo está abierto a nuevas propuestas cinematográficas y que la globalización permite que el arte llegue a nuevos públicos del mundo.
— ¿Cuál es la diferencia entre la miniserie para televisión y la película?
— La diferencia radica en el punto de vista desde el cual se cuenta la historia. Carlos, el Chacal es una película de cinco horas y media que para la televisión se dividió en tres partes y luego se hizo una edición para los cines.
En la miniserie, el tiempo de duración nos da la oportunidad de explorar más la situación geopolítica de la época (décadas del 60 y 70). Y esto resulta interesante para las audiencias más jóvenes que no vivieron estos tiempos muy importantes de la historia contemporánea.
La versión de las salas no es un acortamiento de la miniserie. Lo que se hizo fue contar la historia desde otro punto de vista, el que se centra más en los personajes, su desarrollo como personas y sus motivaciones.
— ¿Cómo ve usted a Carlos, un compatriota suyo?
— La producción no es una biografía. Es una ficción basada en hechos reales que vivió Carlos.
Respecto a tu pregunta, yo te mentiría si dijese que crecí escuchando de Carlos. Como otros venezolanos de mi generación, el Chacal era una figura mítica, misteriosa. Para mí, Carlos es como una metáfora del dilema entre el idealismo y el individualismo, entre la voluntad de querer cambiar al mundo y la obsesión narcisista de figurar en la historia.
— ¿Cómo llegó a formar parte de este proyecto?
— El director Olivier Assayas, de quien soy un gran admirador, se contactó conmigo y me pasó el guión para que lo estudiara. Poco después nos reunimos en París para discutir los detalles y es así como terminé formando parte de este cast internacional.
— ¿En qué nuevas películas será posible verlo?
— Acabo de terminar una película estadounidense, la secuela de Furia de Titanes, en la que protagonizo a Ares, el Dios de la Guerra. Terminé la producción hace una semana. Tengo otra película en Francia.

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